24 de noviembre de 2010

La noche que el cielo se volvió fuego.

El ataque había comenzado hacía una hora y en esta ocasión las fallas no parecían cerrarse a pesar del esfuerzo de los defensores. Las calles eran ahora de los elementales, solo las barricadas y los edificios defendibles resistían en esos momentos la interminable marea de muerte formada por esos monstruos de viento y agua. En los cuarteles del casco antiguo las Espadas resistían en pie, agotados y con la única compañía de su valor, su coraje y los soldados leales de Ventormenta que combatían en la zona.

Los elementales habían roto la barricada y el muro exterior y ahora se luchaba a las puertas del Centro de Mando y del IV7, las fuerzas habían quedado divididas, pero la defensa era firme. Desde los muros una lluvia de plomo, flechas y magia destrozaba a los elementales, a los pies de los muros los soldados se mantenían firmes formando un solido muro de escudos, no cediendo terreno. La infantería ligera con los Espadas a la cabeza salían de la formación golpeaban causaban bajas y volvían. Así había sido una y otra vez durante la ultima hora, pero las fallas no parecían perder fuerzas, ni la tormenta disminuir su fuerza.

La lucha continuaba, Shazira clavaba sus pies a tierra al lado de Aznaíl los cuales en ese momento junto al resto de la tropa resistían un violento viento convocado por esos seres. Una de esas criaturas formada por un viento salvaje en forma de huracán canalizaba la ráfaga mientras los elementales de agua aprovechaban para lanzar descargas de agua a los defensores los cuales no podían moverse por el fuerte viento, solo los recios escudos defendían a la infantería pesada y la tropa ligera que se cubría tras ellos ayudando a sus compañeros a no ser llevados por el viento ni caer por la embestida. La voz del druida se alzo sobre la lucha y la tormenta, "¡Atentos para avanzar!", grito. Se puso en pie, alzándose sobre los defensores, y con un movimiento de su mano los vientos parecieron obedecerle por un momento, lo justo para que la criatura de viento se viera atrapada y elevada a los aires, atrapada por la misma fuerza que usaba y le daba forma. Desaparecida la presión las Espadas gritaron y se lanzaron adelante, los hábiles emboscadores se colaron entre los elementales mientras la infantería pesada chocaba de frente, una rápida matanza, el resto de la infantería de Ventormenta presiono, se estaba ganando terreno, la primera barricada estaba cerca, puede que las fallas estuvieran perdiendo fuerza.

Fue en ese momento de esperanza cuando ocurrió. De repente nuestros enemigos desaparecieron, así como la lluvia pero no el viento. El viento era fuerte y caliente, muy caliente algo imposible. Miramos a nuestro alrededor, no sabíamos que pasaba pero estaba claro que la lucha no había terminado, entonces uno de los tiradores grito, "¡por la catedral, al norte, en el cielo!". Todos nos giramos y vimos como el cielo estaba lleno de luz por el norte, una luz roja, intensa, como si una gran estrella viniera hacia nosotros, pero no, no era luz, sino fuego, el cielo estaba en llamas. No sabíamos que nuevo mal nos acechaba, que vendría ahora. Algunos comenzaron a gritar, se llamo a tomar posiciones y eso hicimos. De nada nos habría valido si ese fuego hubiera caído sobre nosotros......

Cuando el fuego cubrió el cielo de Ventormenta y vimos la bestia que nos sobrevolaba no fueron pocos los que cayeron al suelo de rodillas, cuando su grito se alzo en la ciudad mientras se posaba no me avergüenzo en decir que fui uno de los que se dejo embargar por el pánico, que sentí que la misma muerte había llegado por todos nosotros. Gire mi rostro hacia el druida y lo que allí vi acabo con cualquier atisbo de esperanza dentro de mí. El druida se alzaba apoyado en su bastón mirando a la bestia como si sus ojos no sintieran el terrible dolor de la luz del fuego, su rostro estaba sereno, su pulso no temblaba, su voz mas tarde cuando se dirigiera a nosotros sería firme. Pero en ese momento pude verlo, vi el miedo en sus ojos, vi como el druida miraba a la muerte cara a cara, esa expresión que solo había visto en otros, en aquellos que se saben derrotados en una lucha a muerte en el campo de batalla. La ciudad se había llenado de un extraño silencio, como si el tiempo se hubiera parado, paso el tiempo, cuanto fue no lo se, hasta que la bestia lleno de nuevo la ciudad con su grito, se escucho algo derrumbarse en la distancia, pero también se escucharon los gritos de las ordenes.

La bestia alzo de nuevo el vuelo, sobre ella comenzaron a llover disparos de artillería y descargas mágicas, vimos como del cuerpo de la bestia se desprendía fuego, un fuego liquido pero pesado que provocaba incendios. La bestia sobrevoló la ciudad, vi como el druida hablaba con Angeliss, nos gritaron ordenes de ponernos a cubierto desde el cuartel, los cañones y la magia seguían cayendo sobre la criatura sin parecer afectarle. Fue entonces cuando la bestia atacó, con furia se lanzo sobre el lado oeste de la ciudad, vimos las llamas, sentimos su impacto contra la ciudad, el ruido de la tierra rompiéndose, por toda la ciudad llovió fuego. Me pregunto que habría pasado de no ser por los druidas y la magia aquella noche. En nuestro caso Angeliss y Lasselanta fueron nuestros ángeles de la guarda, como tantos y tantos otros lo fueron por toda la ciudad. El druida elevó un poderoso tornado mientras Angeliss canalizaba su magia al mismo, el tornado comenzó a absorver las llamas que caían sobre nosotros y las hacía desaparecer. La ciudad entera se lleno de luces, de tornados, la magia sin duda fluía como nunca antes en Ventormenta.

Pero nada pudo salvar a aquellos que estaban donde la ira de la bestia se centro con maldad, la bestia rugió desafiante y marcho hacia el mar con el ruido de los cañones del puerto tras de si, pero el brillo de su fuego perduro en el cielo, y en la ciudad durante horas, corrimos hacia donde las llamas eran mas fuertes dispuestos a ayudar, la ciudad era un enorme caos. No me averguenza decir que esa noche llore. Llore al pie de las llamas, de la ciudad destruida. De rodillas frente a las llamas, frente al abismo de lo que había sido el lugar mas hermoso de Ventormenta llore.

Cataclismo, ¿y ahora que? Segunda parte.

La devastación a llegado con fuerza rompiendo el mundo y dejandonos ver lo que antes suponíamos. En base a esto elaboraremos algunos cambios inrol a la ciudad de Ventormenta:

Primero, nuestra actual base es el IV 7, el cual inrol no será mas que un cuartel del ejercito, con sus cuadras y su campo de entrenamiento fuera.

Segundo, la ciudad muestra un estado mas grave que el que vemos. Ventormenta no estará ni mucho menos con su vida recuperada. Habrá refugiados por las calles, heridos. La zona del antiguo cuartel es un lugar dantesco donde los cuerpos calcinados no dejan de aparecer. El Cementerio tendrá gran actividad en estos días. Todo el andamiaje y demás no estaría aun dispuesto, la ciudad tendría mas daños de los que se aprecian.

Tercero, la atmósfera es vital en estos días. No podemos rolear una vuelta a la calma de la ciudad, sino incertidumbre, ¿que pasara ahora?, ¿atacara de nuevo Alamuerte?. Ademas debemos reflejar el pesimismo que nos rodea, muertos, heridos, gente sin hogar, huerfanos. Pese al esfuerzo heroico frente a la invasión elemental esa criatura a dado el mayor golpe en años a Ventormenta en una sola noche.